Aceites: ¿el sector está listo para que se normalicen las góndolas?

La falta de aceite en las góndolas volvió a ser una postal cotidiana para los argentinos, pero la buena noticia es que en los próximos días ese problema comenzará a solucionarse. Mañana entrará en vigencia un fideicomiso aceitero que garantizará el abastecimiento a precio subsidiado del 75% del consumo interno de este producto, un esquema que tendrá efectos hasta el 31 de enero de 2022.

El 6 de febrero pasado, el Ministerio de Desarrollo Productivo y el Ministerio de Agricultura firmaron la resolución conjunta que mandata a la industria aceitera a la creación del mencionado fideicomiso, del que participarán todos los principales abastecedores de aceite locales y todos los exportadores de poroto, harina y aceite de soja y de semilla de girasol. Su implementación total se demoró, pero ahora ya se sabe que a partir de mañana tendrá efecto.

Lo que se definió es que los exportadores de soja (en todas sus formas) y de girasol harán un aporte para subsidiar el precio interno del aceite de girasol y el mezcla de girasol y soja, con el objetivo de desacoplarlo del precio internacional que se fue por las nubes.

Ahora bien, ¿por qué se llegó a esta situación? Según explica Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), el precio internacional del aceite de girasol aumentó 100% en 2020, debido a la sequía que azotó a los principales países productores (Rusia y Ucrania, básicamente) y a los efectos de la pandemia de coronavirus. “Ante el alto consumo que se produjo con la salida de las cuarentenas estrictas, se produjo un desabastecimiento global. La demanda global, que es en promedio de 7,5 millones de toneladas anuales, quedó insatisfecha en tres millones de toneladas”, precisa el directivo.

Esta problemática mundial tiene en la Argentina su correlato local: la producción de girasol no solo se estancó, sino que cayó, debido al desplazamiento de ese cultivo a manos de la soja y al hecho de que la falta de biotecnología, en su caso específico, impidió que aumentara su rendimiento por hectárea.

En medio de esta situación, el Gobierno convocó a los referentes de la industria y les comunicó que no se podía trasladar a precios del mercado interno el aumento de la cotización internacional. “Se nos dijo que solo podíamos aumentar 9% (cuando el insumo principal se había incrementado 80%) y se nos pidió que subsidiáramos al consumo interno”, comenta Idígoras.

El mercado argentino de fabricantes de aceite está liderado por Molinos Río de la Plata, Aceitera General Deheza (AGD), Bunge y Molinos Cañuelas, que captan en conjunto 85% de la torta. Completan el cuadro otras empresas más chicas, como Tanoni, Asociación de Federados Argentinos (AFA) y Cooperativa Avellaneda, entre otros jugadores del mercado. Por su parte, los principales exportadores son Nidera, Dreyfus, Glencore, AGD y Molinos Agro, entre otras compañías.

Una fuente de una importante empresa del sector subrayó que la instrumentación del fideicomiso se demoró porque, entre otras cosas, hubo feriados en el medio de un mes corto, con lo que el volumen más importante del abastecimiento a los comercios se va a producir efectivamente en marzo.

Según precisan en la industria, el año pasado los aumentos de costos de las materias primas fueron exponenciales. “El girasol, que representa más del 70% de una botella de aceite, aumentó 150% en el año, y mientras tanto, la Secretaría de Comercio dictó la Resolución 100 de Precios Máximos, que definió el congelamiento de precios. Entonces, tenías precios de venta al público parados y costos libres, algo que le puso mucha tensión al aceite en particular y a toda la categoría de alimentos en bebidas, en general”, relata un industrial.

En medio de esa coyuntura se llega a 2021, y es ahí cuando el Gobierno convoca a las empresas del sector y les propone la idea del fideicomiso privado, que fue un instrumento ya utilizado en el último gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El esquema contempla un volumen de 29 millones de litros mensuales, lo que representa el 75% del mercado de aceite envasado de la Argentina (el total es de 35 millones de litros). “Tiene un tope de 190 millones de dólares por año, que es el monto máximo que los exportadores se comprometieron a subsidiar”, detalla Idígoras.

Cada vez que se registra una exportación, se va a depositar un cierto porcentaje que tendrá como destino subsidiar el precio interno del aceite. A ese monto, el banco lo administra para que al mes siguiente le sea entregado al abastecedor, después de que el agente revisor contratado verifique que efectivamente ese abastecedor (todas las marcas líderes) haya entregado volumen y precio a todos canales disponibles.

Consultados por la nacion sobre el tema, en el Ministerio de Desarrollo Productivo y en el Ministerio de Agricultura remitieron a lo expresado en el momento de firmar el acuerdo. Matías Kulfas, titular de la primera cartera mencionada, había afirmado: “El acuerdo tiene el objetivo de proteger el poder de compra de los argentinos, y evitar que el precio de producto que forma parte del consumo diario esté atado a los vaivenes externos”. Al mismo tiempo, agregó: “Esto le aporta previsibilidad a la industria, con un instrumento que le permite compensar a los productores y garantizar el abastecimiento al mercado interno”.

Habrá que esperar unos días más para saber si efectivamente el aceite vuelve a aparecer en las góndolas. Eso sí, según aclaró Idígoras, no habrá precio único. “Cada marca va a tener su propio precio subsidiado. Aunque todos estén subsidiados, claramente hay diversidad de marcas”, concluye el directivo de Ciara.

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